Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amen Filipenses 3:20-21

TODOS LOS DIAS DE MI VIDA

Por Robert G. Hobson

            El Salmo 23 es uno de los pasajes más conocidos de la Biblia, para el pueblo cristiano y los incrédulos. Su hermosura y contenido no han podido ser superados por las obras literarias de ningún hombre del presente siglo o cualquier otra era.
Al leerlo una y otra vez,  ¡la mantente es elevada a formidables alturas!. Sin embargo, porque las sosegadas declaraciones de David parecen estar muy lejos de nuestra agitada vida diaria, tendemos a pesar que este Salmo es la expresión de un ideal a alcanzar, sin atrevernos a esperar que la plena confianza de David pueda llegar a ser una realidad en nuestra propia experiencia.
            El Salmo 23 no sólo es un ideal, sino además es un práctico modelo; revela a un Gran Pastor y describe la relación que puede tener con esa Persona infinita un ser humano finito. Dios no nos ha dado este Salmo, o cualquier porción de la Biblia, sencillamente para mostrarnos una meta inasequible, algo por lo que debemos luchar a sabiendas que nuestro esfuerzo es en vano. No, se nos ha dado la Palabra de Dios para que se desprenda de la página escrita y sea una diaria y viva realidad que vaya formando nuestra vida acorde a la voluntad de El.
            Hay una frase en el versículo seis en la que quisiera fijaran su atención: “todos los días de mi vida”. Esta declaración hace que todo el Salmo sea pertinente para nosotros; lo transporta desde varios siglos antes de Cristo hasta el tiempo actual. También indica que Dios desea hacer algo en nuestra vida además de algo a favor de ella, no sólo durante alguna gran crisis, sino constantemente, día tras día.

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