Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amen Filipenses 3:20-21

JEHOVÁ ES MI PASTOR...TODOS LOS DIAS DE MI VIDA

Salmo 23
            La relación entre David y Dios podía describirse en los mismos términos que se usan para describir la relación de una oveja con su pastor. Esta, por supuesto, es la base en que descansa todo el Salmo.
La realidad del Salmo en su vida y en la mía también, tiene que descansar sobre la relación que se ha establecido desde un principio en nuestra vida y nuestra completa comprensión de lo que significa.
            Si soy cristiano, se ha establecido una relación con Dios como base; primero, me he dado cuenta que soy pecador, sentenciado a eterna condenación por la desobediencia de Adán en el Edén, y la participación de mi propia naturaleza rebelde.  Entonces hago otro descubrimiento: que Jesucristo “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:7,8). Estos descubrimientos los he hecho no sólo con mi mente, sino también voluntariamente  he aceptado la expiación que Jesucristo efectuó a mi favor en la cruz como el regalo que Dios me ha dado, personalmente.
            No me refiero a una profesión de fe hecha verbal o intelectualmente, sino al profundo significado de la palabra “creer”.  Porque he descubierto que soy pecador, conscientemente pongo mi vida a la disposición de Aquel que murió por mi; estoy a sus órdenes.  No es que simplemente sea una persona con un “seguro de vida” celestial, y que ahora da principio a la larga lucha de procurar hacer lo mejor para Dios, sino más bien soy una criatura transformada, a quien Jesucristo ha redimido con su sangre y en quien El vive por medio del Espíritu Santo. El dio principio a nuestras relaciones. Ahora, porque El vive En mí, he de vivir dependiendo completamente de El. Ambos principios no son compatibles: no podemos procurar hacer “lo mejor” y permitir que El opere a través de nosotros.
            En este Salmo nuestra relación con Dios es comparada a la de las ovejas con su pastor. La oveja quizá es el animal más torpe e impotente. Debido a que somos ovejas, tenemos estas mismas características -¡y sin embargo, cómo nos esforzamos por parecer leones! Esperamos obtener poder y victoria, una vida efectiva y enérgica  ” para Dios”, y no obstante, nos preguntamos por qué la mayoría de nuestro esfuerzo se caracteriza por la debilidad y el fracaso. Muchas veces, después de convertidos, tratamos de hacer lo imposible “con la ayuda de Dios”. Cuando fracasamos nos preguntamos por qué. Jeremías escribió: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer. 17:9)  Isaías dijo: “Todas nuestras justicias (son) como trapo de inmundicia” (Is. 64:6). Lo mejor que hemos sido, que somos, que seremos, para Dios es como trapos de inmundicia.  En el Salmo 39:5, leemos: “Ciertamente es COMPLETA vanidad todo hombre que vive”.
            Gracias a Dios, sin embargo, somos sus ovejas, sus amados en quienes El habita por medio del Espíritu Santo. Este es el otro aspecto del principio. Por un lado comprendemos que no somos NADA; por otro, reconocemos que El es ¡TODO! ¿Alguna vez le ha dado gracias de que ahora vive EN usted? Quizá no.
            La mayoría de los creyentes no nos explicamos la evidente esterilidad y futilidad de nuestra vida, a pesar de estar muy ocupados “sirviendo a Dios”.  Frecuentemente parece que entre más participamos en las actividades de la iglesia, más estériles somos.  Por lo general, lo que se receta a la persona que “padece fracaso” es que sea más activa en su iglesia, que se olvide de sus propios problemas.  Cierto, necesitamos ser activos en nuestra iglesia, pero esta actividad debe basarse en que estamos experimentando la victoria de Cristo en nuestra vida, no en la esperanza de obtener la victoria y la paz con nuestro propio esfuerzo.
            La colaboración en las actividades de la iglesia no puede sustituir una intima relación con Jesucristo.  La única forma de poder tener una intima y eficaz relación con el Señor Jesús es conociendo “el poder de la resurrección” (Fil. 3:10), en otras palabras, coronándolo como el Rey de nuestra vida. El hecho de que resida en  nuestra vida no quiere decir que la presida. Y así como no entró en nosotros a la fuerza, tampoco se enseñoreará de esta manera.  Por supuesto, el Espíritu Santo nos redargüirá de pecado e influirá para que aceptemos a Cristo como nuestro Salvador y también nos dirigirá para que hagamos de El, el Señor de nuestra vida.  No obstante, Cristo no actuará como Rey, ¡sino hasta que nos hayamos rendido a su señorío!
            Suponiendo que usted ya conoce a Jesucristo y sabe lo que es tener esa relación interna con Dios por medio de El, ¿está dispuesto a admitir que es completamente incapaz de luchar contra el mundo, la carne y el diablo? ¿Está dispuesto a entregarse completamente a El, a coronarlo como el Señor de todo su ser y vida?  Si así es, esta listo para escudriñar las enseñanzas de este Salmo.

Vistas de página en total