Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amen Filipenses 3:20-21

JUNTO A AGUAS DE REPOSO ME PASTOREARA... ¡TODOS LOS DIAS DE MI VIDA!

           Esta es una promesa para nuestra vida cristiana que debemos desear intensamente: la Dirección de Dios.  Debemos estar prestos a reconocer que la dirección de Dios para nuestra vida no se puede adquirir, sino debemos aceptarla.
  Una promesa de Dios es un regalo en el sentido más sublime de la palabra; y un regalo no se puede ganar, sino sencillamente aceptar. Al darle gracias por su dirección, también podemos agradecerle el lugar al que nos guiará:”junto a aguas de reposo”.
            Hay dos clases de “aguas de reposo”: una está estancada porque no entra n sale agua, y la otra es un depósito abastecido por agua fresca por constante desagüe.  La tragedia es que la vida de demasiados creyentes es como un charco estancado. Todos conocemos el lenguaje cristiano, ¡pero hay muy poca VIDA en  nuestra vida cristiana!  Las “aguas de reposo” corren con lentitud, sin procurar llamar la atención, pero con una tremenda fuerza.  Un río ancho y profundo corre despaciosamente; pero cuado se le contiene en una presa, posee la fuerza suficiente para producir electricidad para una vasta región.  Creo que esto es lo que Dios está tratando de grabar en nosotros: si permitimos que el Señor Jesucristo sea  nuestro Pastor, quien  nos controle totalmente, ¡El ha prometido que seremos conducidos hasta el poder y la victoria!
            Vuelvo a repetir: ¡esto no puede ser adquirido, sino sólo recibido de Aquel que prometió darlo!  No es el resultado de implorarle que haga lo que ya ha dicho que hará, sino más bien cuando uno se rinde a la absoluta soberanía de Jesucristo, momento a momento, El promete: “Junto a aguas de reposo te pastoreará”, un lugar elevado, profundo y poderoso.
            Ahora consideremos nuestra propia vida, y seamos completamente honrados con nosotros mismos y con Dios, porque este es el primordial requisito para que Cristo sea una realidad en  nosotros.  ¿Ha descubierto usted que posee esa victoria y paz que se describen como “aguas de reposo? ¿O será posible que la mejor descripción de su vida sea “aguas estancadas?  Es muy fácil colocarnos una máscara de espiritualidad, aun sabiendo que nuestra relación personal con el Señor Jesús no es más que un “seguro contra incendio”.  No debemos huir de la verdad.  Si nuestra vida es estéril y vacía, entre más pronto se lo confesemos al Señor,  El se nos revelará como una realidad.






Vistas de página en total