Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amen Filipenses 3:20-21

JUSTIFICACIÓN POR LA FE

         La Santa Biblia enseña que somos justificados por fe. ¿Qué es fe? Diariamente ejercemos la fe en cientos de cosas materiales.
Cuando subimos a un autobús o tren, ejercemos la fe; porque tenemos confianza en que el auto, o tren, nos llevará al lugar deseado. Caminando ejercemos la fe, porque al hacerlo, movemos el cuerpo hacia delante, confiando en que las piernas y los pies nos soportarán. Cuando nos sentamos en una silla o banco, ejercemos la fe, confiando en que la silla o el banco nos soportará.
         Permítame narrarle una verdadera historia que ilustra la fe que salva. Hace muchos años, un hombre anunció que montando una bicicleta atravesaría un precipicio de gran profundidad por el cual se despeñaba una gran corriente de agua, haciendo rodar la bicicleta sobre un cable tirante, amarrado a ambos lados del precipicio. El día señalado, una gran multitud se congregó para presenciar ese acto de valor y sangre fría. Todos sabían que un pequeño deslizamiento significaría una muerte segura. Ansiosamente le vieron colocar la bicicleta en el cable y, moviéndola lentamente, se montó sobre ella. Con maravillosa precisión fue avanzando sobre el cable. La muchedumbre, en silencio, apenas se atrevía a respirar. Al fin llegó al otro lado del precipicio y cambiando de posición, emprendió el viaje de regreso. Esto lo repitió varias veces entre los aplausos y la admiración de la multitud. Entonces el hombre, dirigiéndose al público, preguntó: “¿Creen ustedes que podría llevar un hombre sobre los hombros y hacer rodar la bicicleta sobre el cable?” Aplaudiendo, el público respondió: “Si, lo creemos”. Entonces él preguntó: “¿Quién de ustedes quiere montar sobre mis hombros e ir conmigo?” Hubo un gran silencio, pues ninguno se atrevía. Pero poco después, un hombre se adelantó diciendo: “Yo creo que usted lo puede hacer”, y montando sobre los hombros del ciclista, los dos avanzaron en la bicicleta hacia el otro lado y regresaron sin percance alguno al lugar de partida entre la admiración de todos.
         Este hombre, podemos decir, tenía la fe que salva. La multitud dijo que creía que el experto ciclista podría llevar un hombre sobre sus hombros, pero sólo una persona estuvo dispuesta a probarlo. La gente de todas partes cree en Dios. Sí, también los demonios creen y tiemblan. Muchos creen también que Jesucristo es Hijo de Dios,  y que murió por los pecados de ellos, y resucitó al tercer día; y, sin embargo, no son justificados. Su fe es solamente intelectual. No ha penetrado en sus corazones. No se han rendido completamente en los brazos de la divina misericordia.
         Podríamos pensar que todas las personas del mundo recibirían gozosas esta salvación maravillosa, pero sólo un pequeño número se salva. De hecho, más de la mitad de los habitantes de la tierra no han oído aun el nombre de Jesús. Usted es de aquellos que no han oído sus enseñanzas. Cuando se presente ante el tribunal de Dios, usted no podrá decir: “No sabía esto”. “Ninguno me lo dijo”.
         Aquí se explica el camino de salvación. Dios juzga a la persona conforme a la luz y conocimientos que tiene. Si usted rehúsa venir a Cristo, tendrá que aparecer delante de Dios como alguien que conoció el camino, pero que no quiso seguirlo. Confío y ruego a Dios que ahora mismo y con fe, como la de un niño, usted reciba al Señor Jesucristo como Señor y Salvador.

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