Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amen Filipenses 3:20-21

EL GRAN PLAN DE DIOS

El plan completo de Dios en la redención de la humanidad no es solo salvarnos del infierno; es también su voluntad e intento el que nos confórmenos a la imagen de su Hijo Jesucristo (Romanos 8:29).

 Es su voluntad que al nacer de nuevo en el espíritu, crezcamos en él hasta llegar a la medida de la estatura de la perfección, que es Cristo. (Efesios 4:13). Una vida conforme a Cristo no significa a El en su apariencia física. Significa que busquemos asimilarnos a su naturaleza y carácter. Todas las pruebas, problemas y angustias que experimentamos en nuestra vida tienen por objeto el hacernos semejantes a El. (Romanos 8:28), Si hemos de ser como Cristo, debemos conocerle bien; debemos apreciar el poder de su Vida resucitada; debemos participar en la comunión de sus sufrimientos; debemos participar de sus padecimientos. (Filipenses 3:10). Al asemejarnos a Cristo, sus motivos, deseos e intentos se harán nuestros. Viviremos una vida santa, ferviente en el espíritu, compasiva de corazón y hallaremos nuestro deleite en hacer en todo, la voluntad de Dios. El amor infinito de Dios abarca a todo el mundo “Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí”. (2 de Corintios 5:19). Dios no quiere que ninguno se pierda, sino que todos busquen su perdón. (2 de Pedro 3:9). No solo que seamos como Cristo, más que por nuestro medio otros vayan a El, y así sea El, el primogénito entre muchos hermanos. (Romanos 8:29). Como cristianos somos miembros del cuerpo de Cristo, que es su Iglesia. (Colosenses 1:18). Este cuerpo se compone de los pecadores redimidos de toda raza, lengua, pueblo y nación. (Apocalipsis 3:9). Por esto nos manda Jesucristo que vayamos por todo el mundo y hagamos discípulos suyos en todas las naciones. (Mateo 28:19). No nos manda convertir al mundo, ni reformarlo. Ni debemos tratar de imponer en otros nuestra profesión de fe. Ni ha de ser nuestro intento el de sólo añadir “números”. En ninguna parte nos dice Jesús que “establezcamos su Reino”. Lo que se nos dice es que nos rindamos a Dios, para que El que pueda por nuestro medio realizar su propósito.

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