La oración es el aliento del alma. Hemos de orar sin cesar (1 de Tesalonicenses 5:17). La oración nos pone en contacto con el Omnipotente.
Cuando oramos, obtenemos lo que Dios tiene poder de conceder. Es la manera establecida por Dios para llevar adelante su propósito. Sin oración la Santa Biblia sería letra que mata. Jesús nos enseñó: “Pedid y se os dará.” (Mateo 7:7).
Santiago igualmente: “No tenéis lo que deseáis, por no pedís, Pedís no recibís porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” (Santiago 4:2 y 3). Debemos buscar, tomar y separar un tiempo para orar.