Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amen Filipenses 3:20-21

NUESTROS TRES PODEROSOS ENEMIGOS

A pesar del plan perfecto de Dios para nosotros y de la adecuada provisión de su gracia, las iglesias de hoy tienen incontables miembros que son míseros, inactivos e infructuosos en su vida espiritual.

Es la voluntad de Dios que rindamos frutos, pero en la práctica permanecemos estériles. Es su voluntad que estemos llenos de su Santo Espíritu, pero de hecho estamos llenos de nosotros mismos. Es su voluntad que proclamemos su evangelio, pero es un hecho que más de la mitad de los habitantes del mundo no han oído mentar el nombre de Jesús. Nos creemos ricos y con mucha hacienda, y “no conoces que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. (Apocalipsis 3:17). Teniendo presente la grandeza y poder de nuestro Dios ¿por qué es que su iglesia está en condición tan deplorable? La razón es porque todo cristiano tiene tres enemigos que ha de vencer. El primero y más fuerte enemigo es el “yo” propio. El pecado peor que cometemos es el de no creer. Nuestra personalidad se entromete y nos impide aprovechar los recursos ilimitados que Cristo nos ofrece. Los otros enemigos nuestros son: el mundo y satanás. Dios les permite que nos asedien, pero con el fin de que nos fiemos más de Él. Quiere que busquemos transformarnos en un todo con el poder de Cristo. Si Dios nos aceptara en el cielo sin haber luchado, seríamos como personas sin carácter o como animales sin esqueleto. El árbol se hace fuerte y sólido a medida que las tempestades lo sacuden. Jesucristo nos enseñó la obediencia a su Padre con los sufrimientos que padeció. (Hebreos 5:8).

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